Cuidado cuando ataca el hambre!

Publicado por: @lnkvrd el 23 mayo, 2014
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Los ataques de hambre no son ajenos a nadie. Probablemente muchas veces has sentido unas ganas incontrolables de comer un postre con mucha crema, o de conseguir a como de lugar una barra gigante de chocolate. Otras veces ves un comercial de un jugoso filete de carne y te produce muchas ganas, tanto que te antojas de inmediato y sabes que debe ser tu próxima cena. Lo olores que percibes también influyen, si de pronto te llega un olor de pan recién horneado y buscas con desespero donde está la panadería. Nuestros sentidos nos ayudan a aumentar la sensación de hambre, que muchas veces somatizamos e instantáneamente sentimos rugir nuestro estómago.

Sin embargo, no solo se trata de estímulos visuales los que atraen los ataques de hambre, pues muchas veces son algunas deficiencias en nuestro organismo las que causan esas ganas inexplicables de algún alimento. Por ejemplo si en una semana entera no has probado un postre o algo muy dulce, tu cuerpo te va a pedir que le des azúcar, sobre todo porque los músculos y el cerebro necesitan de glucosa para su correcto funcionamiento.

Por supuesto en ocasiones, también implica ciertas carencias emocionales, por ejemplo el no haber crecido con la figura paterna o materna durante una buena parte de la vida, genera traumas o problemas en la consolidación de futuras relaciones, que al no lograrse la persona se enfrasca en el consumo de comida en exceso. También aquellos que se sienten muy solos tienden a buscar en el dulce o la comida en general aquel cariño que les falta.

Hay quienes comen y comen de más, esperando llegar a esa sensación de saciedad, de placer cuando se satisface una necesidad. Es peligroso porque se convierte en algo adictivo pues lo que se busca es el placer, comer se vuelve en un acto hedonista que ya no se hace porque el cuerpo lo necesita, sino por alcanzar una sensación agradable.

Es importante hacer un alto y reconocer que es lo que ocurre. Es real el placer que brinda el comer? busca reemplazar esta acción realizando otras actividades que te hagan sentir bien. Ir al cine, compartir con amigos o practicar un hobbie. Si son antojos, trata de regular el consumo de azúcar por ejemplo, tomando meriendas pequeñas, pero de frutas jugosas y dulces. Controlar los alimentos que se ingieren, que sean balanceados y a las horas adecuadas.